Debería entristecerme,
esta noche,
en esta mesa vacía,
en esta silla ocupada
de tu absoluta prudencia.
No lo hago.
Esta noche,
sentada en un cuarto vacío,
te alitero,
te anaforo en esta lengua necia
tan necia
que resbala en estas paredes
ya cansadas de sitiar tu nombre.
Marietta Odracir.
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